11 septiembre 2011

Los 21: Reflexión por la vida después de vivir

Hace una semana 21 chilenos dejaron la vida concreta, la que vemos sin esfuerzo. Hace unos días nuestro país dio un viraje en medio de la pulsación ciudadana, pues 21 personas, aparentemente elegidas, dibujaban un freno a nuestro correr diario para reflexionar nuevamente sobre lo que estamos haciendo con nuestro devenir.

Más allá del mundo que vemos de manera inmediata, creo que hemos tenido más de una oportunidad para poder volver a empezar, a repensar la vida, a ver que es lo que estamos haciendo bien y que hemos olvidado para nuestro buen vivir. Primero fue el terremoto, el quinto más fuerte del mundo, desde ese suceso algunos descubrimos dónde y cómo estar, pues vimos ejemplos heroicos de personas que a sus 80 años seguían pensando que eran capaces de levantar una casa nueva.

Gestos de esta envergadura son señales de una potencia que a veces dormimos en nuestras prácticas diarias, es como que al menor obstáculo, nos damos por vencidos. Hoy, nuevamente, Chile vive una situación que ha provocado una pena generalizada.  En mi caso y estando en tierras lejanas, ha sido una experiencia cercana, pues en ese viaje del CASA 212 iba una persona que había sido mi compañera de trabajo  durante dos años, una persona que amaba el trabajo y la cultura, ella era Romina Irarrázabal. Sin querer, me entero por Facebook (algo un poco brutal) y de inmediato surgió una emoción de perdida, de no entender por qué estas cosas pasan y unas ansias muy grandes de decirle a mis cercanos que los quiero, como una sensación de “no querer perder un minuto más”.

Por qué surge aquello dormido en nosotros en espacios donde la pérdida es lo central. Cuántas veces deberá pasar lo mismo para poder despertarnos de este letargo.

Puedo decir que desde lejos percibo un estado de pena en mis compatriotas, quienes en las redes sociales hacen catarsis, o en las conversaciones que mantengo en línea no pierden la oportunidad para declarar su tristeza. La pregunta es por qué nos cala tan profundo este hecho, qué tuvo de particular, será la forma, el número, la incertidumbre de no saber qué realmente pasó, sin duda pueden ser todas las anteriores, sin embargo, existe algo central en esta historia que da el giro de nuestra emoción país y es justamente lo que olvidamos día a día, es decir, el “valor de las personas”, de su aporte a veces desmedido por otros, muchos de manera silenciosa. Los 21 eran eso y mucho más…

Qué podemos rescatar de toda esta experiencia, muchas cosas, quizás para precisar una de ellas es que en lo humano y junto a ello nos mantenemos, es como una red que nos sostiene, que nos da vida y de donde la extraemos, es un ir y venir, es un dar y recibir. Es la vida que vibra, que repercute y que toca a miles.

Los 21 hicieron su último y gran logro al despertarnos un poco más la conciencia, no es menor si la mayoría de un país pareció darse una pausa a partir del lo ocurrido. Si toda esta pena tuviera esa misión, les damos las gracias 21s, de esas infinitas y constantes, ya que Chile necesita un espacio de armonía, de poder mirar lo que le está pasando, saber qué hacer y cómo crear así un bienestar para todos. 

3 comentarios:

  1. Felicitaciones por tu artículo, muy emocionante y palabras que dicen verdad y que calan hondo.....es muy cierto lo que escribes y despierta las fibras de cada uno de nosotros, algo tenemos que aprender de todo esto....Lindas palabras para los 21....

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  2. Varela dijo poco antes de morir

    "La vida es tan fragil y el presente es tan pleno"
    Asi visto no hay momentos que perder

    Con otra perspectiva toda la vida tal vez es nada

    Y a la vez puede ser todo

    Gracias Francisca

    Gustavo Jimenez Lagos

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  3. Me siento representado en lo que dices, comparto y siento lo que planteas. Palabras precisas. Gracias =D

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