Un colibrí tiene la capacidad de llegar a batir su corazón unas
1200 veces por minuto, pero al llegar la noche, baja su intensidad a un 10 por
ciento, algo que vendría siendo una
pequeña muerte y que lo trasforma como el ave símbolo de la resurrección. Si
bien es el más pequeño entre sus pares, su corazón y cerebro es el más grande
de su especie en proporción a su tamaño. Sacude sus alas 80 veces por segundo,
lo que le permite moverse en todas las direcciones, también hacia atrás, gesto
que también lo hace único. Símbolo del que lleva un “mensaje”. Su presencia nos
habla de una tierra fértil y próspera; su belleza permite devolvernos al
presente como quien se suspende en el aire sin alas.
Las capacidades del colibrí impresionan, inspiran y de paso ayudaron
a configurar ideas que fecundaron una propuesta enfocada 100 por ciento en el
ser humano en todas sus dimensiones, sean ellas espirituales, de vida, de
sueños, materiales y de construir un mundo mejor. Así nace el emprendimiento “Colibrí
Comunicaciones”, un espacio que trabaja para el desarrollo humano en pro de su
felicidad y en la promoción consciente de la comunicación como el camino para
lograr entendernos como especie.
Las ideas están ahí para ser escuchadas. En este caso, la
propuesta nace desde un impulso interior y desde la esencia de seguir los
latidos del corazón y el espíritu. La sensación del paso del tiempo me hizo comprender
que el vivir tan breve y fugaz no es “de
gana” o en el vacío, sino lleva un propósito que solo uno puede descubrir. Para
encontrar esa respuesta que nos puede ocupar una vida entera o solo un instante
de ella, fue necesario hacer una pausa.
En el silencio y en la incomodidad diaria que provoca estar
en el espacio equivocado permitieron responder dónde estar, qué hacer y por
qué, sin olvidar que en este devenir nada es tan definitivo, todo cambia y se
transforma, desde una partícula subatómica que se agita como el corazón al ver al
ser amado.
La belleza de vivir en la verdad, en la coherencia y el
sentido, hacen de esta idea un propósito de vida que de seguro irá en la
dirección necesaria. Entender dónde estar produce en el ambiente un fluir a
favor, las ideas parecen brotar así como las oportunidades, la pasión hace
batir el corazón como un aleteo de colibrí y sientes una conexión con el todo,
descubriendo que todo está más conectado de lo que parece.
Encontrar el camino no es de todos los días aunque debiera
serlo. Por lo tanto, esta motivación de vida pretende seguir la receta de un
misionero que un día me regalara: “¿Quieres ser feliz?, busque hacer feliz a
las personas”, también te invito a comprobarlo, como bien me dijo “es una
receta segura”.
Finalmente, los insto a seguir sus intuiciones, a actuar con
amor en todas las direcciones, a equivocarse(nos) mil veces si es necesario y a
creer que no estamos solos, creo sentirme muy acompañada en este camino de
abismos, riesgos e incertidumbres en el campo material. Nada se pierde con
seguir el corazón, morir tranquilos debería ser un propósito diario y el ver a
la humanidad y a todo ser vivo en su real dimensión también. Nadie está “de
ganas” en el mundo, por lo tanto todo y todos somos valiosos.
¡Gratitud! es lo único que se me ocurre para finalizar este
relato.
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