(Dedicado a mi
abuelita, la hermosa)
Hay una certeza
desde que nacemos: la muerte. En el caso del colibrí, este no muere una vez
sino todas las veces que sean necesarias para volver a renacer y volar por los
Andes de nuestra Sudamérica, libre, bello y fortalecido de colores.
La pequeña muerte
y el renacer del colibrí es más que una metáfora. El pasar de un estado a otro,
de una dimensión a otra, confirma que los multiversos existen para ser
habitados por nosotros en el estado que sea.
Quizás a través de
las propias creencias uno pueda convencerse hacia donde vamos cuando dejamos
esta dimensión, esta cara de la vida, pero lograr el desapego de lo que se ama
es otra historia. El desafío es juntar el mundo del amor y del desapego, para
el bien de los que desean partir y ascender.
Hoy sin palabras
ni poesía me encuentro frente a dicha posibilidad de alguien que amo.Esta
circunstancia cercana y concreta me dice en la cara que nada sé sobre el
desapego ni menos del amor verdadero, aquel que permite a los colibríes ser
libres.
Este es el caso de
mi abuela, aunque su identidad verdadera sea la de un “colibrí maestro”, se
preguntarán por qué. Un colibrí maestro está lleno de libertad para si y para
otros, sus acciones están impregnadas de coherencia y amor, pero por sobre
todas las cosas, su vida está diseñada para dejar en otros un aprendizaje sobre
el verdadero vivir, aquel que sumerge lo inservible para posicionar en las
alturas lo primordial.
Y pienso qué es lo
primordial…mmm…qué es lo primordial. Asombro y perplejidad. Lo primordial está
en aceptar el proceso de la vida y con ello, unir fuerzas para que nuestro
colibrí maestro comience el vuelo transcendental.
En voz bajita y
con el corazón apretado te susurro al oído que “si deseas ascender y encontrarte
con Dios, hazlo, porque nosotros en esta dimensión estaremos bien y felices de
saber que eres libre”.
Dicen que con la
voz creamos realidades, que las propias palabras abren la posibilidad de que
las cosas sucedan. Por lo tanto lanzaremos estas palabras al mar para que
puedan llegar a tu orilla y así las puedas leer.
"Quiero
que sepas que te amo profundamente y por infinitas razones, que sepas que
contigo descubrí 'qué se ama cuando se ama'". Por lo tanto esta
emoción al igual que las partículas, viven siempre con y entre nosotros. Es
más, en estos instantes las propias partículas crean una danza que logra formar
un canal para que el amor viaje hacia ti.
Descubro que eres
un ser de luz disfrazado de abuela, madre, hija y mujer. Que la misión está
cumplida y que por el mismo hecho te esperan con los brazos abiertos. Sin duda
podemos llorar, podemos decir por qué o dar gracias por tener el privilegio de
compartir con un ser sabio, sin ego y de grandes alas.
Abuela querida, mi
colibrí maestro, de mi parte solo un profundo gracias. Sé que estás aquí como
quien logra tiempo extra para que podamos prepararnos para ese momento en que
vueles por los Andes y más allá. Contigo uno aprende que el azar no es tal y
que la vida está llena de detalles donde lo simple lo llena todo. Mi viejita amada me alegra saber
que lo nuestro es para siempre y se llama amor.
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