14 diciembre 2012

El par de zapatillas


Un día descubrí que no era casual que camináramos hacia adelante, la dirección es correcta y el pulso de los pies tocando el suelo a cada instante dicen breve y silenciosamente, este es el presente.

Esa acción tan natural, constante para muchos y tan milagrosa para los que dejaron o nunca han podido dar un paso, se va reflejando en el par de zapatillas que hoy se van junto al camión de la basura. No es fácil dejarlas, después de dos años de leal compañía, de estar sin quejas donde tuvimos que estar. Su gastado aspecto recuerdan el recorrido del viaje, iniciado el 2010, luego del terremoto chileno que trajo consigo un invierno muy helado, de largas filas de personas esperando cualquier cosa o alguna ayuda, sobretodo en zonas rurales donde el adobe regreso a su estado inicial.

El par de zapatillas fueron únicas por largo tiempo, todos los días tenían una misión, fuera la que fuera, allí estaban. Como cual madre mira a sus hijos, siempre las encontré lindas y todo terreno. Después volaron a Ecuador, internándose en la selva, allí era todo lodo, sin embargo ellas siempre trasmitían mucha confianza y hasta en momentos peligrosos, me recordaban que la dirección de los pasos es hacia delante.

El par de zapatillas era de una marca prestigiosa, realidad que al estar en la sierra ecuatoriana no tuvo importancia para las personas. Es más, las bajas temperaturas y la lluvia de Salinas de Bolívar, le confirman que su historia ya no existe, aquí es sin pasado,  pues lo único que cuenta es el pulsar del los pasos: el presente.

Poco a poco el par de zapatillas se fue mimetizando con cada pulso, con cada mirada, con la sonrisa amplia y el abrazo alborotado de los niños, quienes allí no piden permiso para abrazar, solo lo hacen. Descubrieron el sentido, el plan y  la razón del potencial que reside en los seres humanos, la maravilla y compañía que otorga la fe.

De regreso a su país, el par de zapatillas descubre que ya no son las mismas; su aspecto refleja que no les importa lucir nuevas, sino más bien genuinas y tranquilas de haber vivido el viaje en todas sus dimensiones, en realidad ellas se han trasformado y con ello, han escuchado el mensaje.

Hoy el espíritu del “par de zapatillas” me dice que se irá a vivir a un nuevo par, por lo tanto, el envase inerte debe ser enviado a la basura, ya que sin espíritu, no hay vida ni compañía que puedan ocasionar, no hay ser.

Así es como las metí a una bolsita que dice al reverso “zapatillas”, quien sabe si un espíritu anda en búsqueda de su “par” y les vuelve a dar vida.

De todas formas agradezco su capacidad para señalar sabiamente lo que es inservible, de aislar hasta poder ver la figura del miedo y el privilegio de las posibilidades.

Estar de pie es una hazaña cada día y el agradecer una disciplina, de lo contrario todo parece obvio, soberbio y carente de sentido.

Un misionero me dijo un día que más que  merecer el amor, ¡uno lo necesita! Palabras con las cuales termino este relato y que tomo en esta segunda travesía que ya se viene.

¡Les deseo una feliz navidad y un presente lleno de prosperidad!

Dedicado a todos los viajeros...tanto de imaginación como de lugares y soñadores...

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